Es sorprendente cómo un vehículo tan emblemático, con una rica historia y renombre, ha enfrentado dificultades en su versión eléctrica. Mercedes contaba con todos los elementos para triunfar con el Clase G eléctrico, pero la respuesta del mercado fue desalentadora. ¿Qué salió mal? Acompáñanos en este artículo mientras exploramos las razones detrás de uno de los fracasos más notables en el sector de la movilidad eléctrica premium en Europa.

El ambicioso Clase G eléctrico de Mercedes: ¿demasiado arriesgado?
En abril de 2024, Mercedes-Benz lanzó el G 580 EQ Technology como el estandarte de su icónico todoterreno hacia un futuro más ecológico. Este proyecto, cargado de innovación y prestigio, se encontró con una realidad muy diferente a las expectativas optimistas desde Stuttgart.
Durante su primer año en el mercado, el Clase G eléctrico solo logró vender 1.450 unidades en toda Europa, una cifra que palidece en comparación con las más de 9.700 unidades del modelo con motor de combustión en el mismo periodo. Internamente, la marca lo considera un “fracaso rotundo”.
Razones detrás del fracaso del Mercedes Clase G eléctrico
El Mercedes G 580 EQ no ha tenido el éxito esperado por múltiples factores estructurales, económicos y estratégicos. A pesar de su autonomía aceptable y sus capacidades todoterreno sobresalientes, los problemas de base lo condenaron desde su lanzamiento.
A continuación, analizaremos las principales razones que explican su escaso desempeño comercial:
Una base que no fue diseñada para la electrificación
Una de las decisiones más criticadas fue conservar la clásica estructura de bastidor de largueros, típica de los todoterrenos convencionales. Si bien esto permitió mantener su robustez y rigidez, también trajo consigo consecuencias negativas:
- Peso excesivo: superior a 3.100 kg.
- Carga útil limitada: solamente 415 kg.
- Incapacidad para remolcar, lo cual es crítico para cualquier todoterreno.
Este diseño no está adaptado para un sistema eléctrico. En lugar de crear una plataforma nueva enfocada en la electrificación, Mercedes optó por adaptar una existente. El resultado fue un modelo que no capitaliza las ventajas inherentes a un tren motriz eléctrico.

El coste: inaccesible incluso para su público objetivo
Otro de los factores clave ha sido su alto precio inicial:
- 142.600 euros por la versión eléctrica.
- En comparación con las versiones de combustión:
- Diésel desde 124.300 €.
- Gasolina desde 133.500 €.
A pesar de contar con cuatro motores eléctricos independientes, tracción total avanzada, y características únicas como giro sobre su eje tipo tanque, estos atributos no justifican su sobreprecio frente a alternativas más sensatas.
Un diseño que carece de emoción: ni moderno ni icónico
Aquí se presenta una paradoja: Mercedes intentó conservar la imagen clásica del Clase G, pero esto resultó contraproducente para la versión eléctrica. No logró destacar ni por su diseño vanguardista, ni por su innovación estética. Es como observar el mismo vehículo de siempre, pero con una etiqueta que dice “cero emisiones”.
¿Dónde está la diferencia visual que justifique el avance tecnológico? Simplemente no existe.

Autonomía aceptable, pero no impactante
En cuanto a autonomía, el G 580 EQ proporciona hasta 473 km según el ciclo WLTP. En teoría, parece una cifra razonable, pero en la práctica, con un peso de 3 toneladas y al conducir fuera de carretera, esa distancia se reduce considerablemente.
- Esto limita su uso en viajes largos o en terrenos difíciles.
- A diferencia de los motores de combustión, no hay una red de carga universal en áreas rurales o extremas.
Una comparación incómoda: el Clase G de combustión sigue en auge
Mientras la versión eléctrica enfrenta dificultades, el Clase G con motor de combustión disfruta de un nuevo renacer:
- Más de 42.000 unidades producidas anualmente.
- Crecimiento del 18% en ventas en el primer trimestre de 2025.
- Los mercados fuera de Europa continúan demandando estos modelos con fuerza.
Esto confirma una realidad: el cliente típico del Clase G no está preparado para una transición eléctrica tan drástica. Prefiere la potencia bruta, la autonomía ilimitada (con repostaje rápido), y una imagen más auténtica.
El mercado no lo demandaba, Mercedes no lo escuchó
El fracaso no es solo de carácter técnico, también es estratégico. El Clase G eléctrico ocupa un nicho que no fue solicitado. En lugar de atender las necesidades del mercado, Mercedes quiso imponer su visión, lo que rara vez resulta exitoso en un segmento tan conservador.

China lidera el offroad eléctrico que realmente funciona
Mientras tanto, los fabricantes chinos están demostrando el camino correcto. Marcas como BYD y Chery han introducido vehículos eléctricos o con extensor de autonomía que destacan por poseer:
- Precios competitivos.
- Diseños innovadores.
- Capacidades offroad efectivas.
- Autonomías competitivas.
¿La clave? No adaptan, crean desde cero. Piensan en eléctrico desde el inicio del diseño.
¿Qué futuro le espera al mini Clase G eléctrico?
Tras el fracaso del G 580 EQ, Mercedes está considerando cambios para su futuro “baby G”, que inicialmente se concibió como completamente eléctrico. ¿La nueva dirección? Incluir una variante de combustión. Incluso se están evaluando ajustes en el diseño frontal para hacerlo compatible con motores de combustión.
Esto supone un retroceso que, aunque decepcionante desde una perspectiva ambiental, refleja un aprendizaje: no todos los segmentos aceptan la electrificación de la misma manera.

Reflexiones finales: un ícono, pero sin chispa eléctrica
El Mercedes Clase G eléctrico contaba con todos los elementos para tener éxito: una marca reconocida, prestigio, tecnología avanzada y el momento adecuado. Sin embargo, falló en lo fundamental: no comprender a su audiencia, ni adaptar su producto a las verdaderas necesidades del uso todoterreno en el ámbito eléctrico. Su peso, precio, diseño estructural y falta de una identidad diferenciada lo llevaron al fracaso.
Mientras tanto, el Clase G de motor de combustión continúa su camino triunfal, y su versión eléctrica queda como una lección dura para Mercedes: la electrificación no se trata solo de emblemas, sino de coherencia y adaptación al mercado.